River Plate: Angelito y La MáquinaJuan F. Cía · 15 Febrero 2009 (De izda. a dcha.: Walter Gómez, Ángel Labruna y Félix Loustau)Ángel Amadeo Labruna, el Feo, es una verdadera institución dentro del fútbol argentino. Un repaso breve a su trayectoria deja pasmado a cualquier aficionado al deporte rey: máximo goleador de la historia de River Plate con 292 goles y, por detrás de Arsenio Erico (293 tantos), el segundo del profesionalismo en Argentina; máximo goleador en el clásico River-Boca con 16 tantos; más de mil partidos en sus piernas; 36 veces internacional; y como técnico dirigió al gran River campeón de 1975 de Norberto Alonso y además como curiosidad sería destacable el triunfo en la B con Defensores de Belgrano en 1967.
Angelito nunca lo hubiera conseguido si no hubiera formado parte de un equipo delicioso. Labruna sólo fue una pieza más de una delantera que pasó a la historia del fútbol y verdadera protagonista del maravilloso River de los primeros años de la década de los 40, al que se le conoce como La Máquina. Juan C. Muñoz, José M. Moreno, Adolfo Pedernera, Ángel Labruna y Félix Loustau son posiblemente una de las formaciones de ataque más repetidas en los almanaques y sus actuaciones sobre el césped fueron una inspiración para los futuros profesionales.
(Juan C. Muñoz, José M. Moreno, Adolfo Pedernera, Ángel Labruna y Félix Lousteau)El origen y la extinción de este equipo mítico vienen marcados posiblemente por la entrada definitiva de Pedernera como titular en 1941 en sustitución de Roberto D’Allessandro y su salida de la entidad en 1946. Años llenos de éxitos y un fútbol total que inspiró a conjuntos que posteriormente también marcaron una época como los Mágicos Magyares de los años 50 con una delantera formada por Ferenc Puskas, Sandor Kocsis, Zoltan Czibor, Nandor Hidegkuti y Laszlo Budai o la Naranja Mecánica de Johan Cruyff y Johan Neeskens de los años 70.
Su mayor contribución a este deporte fue la movilidad y el dinamismo en ataque como seña de identidad. Ninguno de los cinco miembros de esta delantera permanecía estático en su posición, sino que se movían continuamente por el frente de ataque como la forma más eficaz de confundir a la defensa rival, conseguir que los adversarios perdieran la marca y abrir espacios que fueran aprovechados con un desmarque por las alas.
Pedernera, apodado el Beethoven del fútbol e ídolo del gran Alfredo Di Stéfano (quien ocuparía su sitio en 1947), fue decisivo en ese nuevo fútbol que inventó aquel River. El equipo utilizaba un esquema táctico que fue denominado la WM, con dos mediocentros defensivos de mucho sacrificio y salida del balón como Bruno Rodolfi y José Ramos y dos hombres por delante como el propio Pedernera y el imaginativo Moreno formando un cuadrado mágico. La formación de WM se completaba con un central como Ricardo Vaghi y dos laterales como Norberto Yacono y Luis Ferreyra y arriba, un delantero como Labruna y dos alas como Muñoz y Loustau.
Aquel vestuario hizo un fútbol mágico y dominó un campeonato argentino muy competitivo. Fue campeón nacional en 1941, 1942 y 1945 (aunque tras la retirada de Pedernera, Labruna seguiría engordando su palmarés con los Campeonatos Nacionales de 1947, 1952, 1953, 1955, 1956 y 1957). La Máquina se impuso esos años a rivales de una entidad mayúscula: su enemigo acérrimo Boca Juniors ganó tres campeonatos en la década de los 40 (1940, 1943 y 1944) con jugadores como Jaime ‘Piraña’ Sarlanga, Mario ‘El Atómico’ Boyé, Ernesto ‘El Pibe de Oro’ Lazzatti o José Borello; el San Lorenzo de Mario Imbelloni, Armando Farro, René Pontoni, Rinaldo Fioramonte Martino y Óscar Silva (campeón en 1946); y el Independiente del gran Erico (1948).
Labruna se convirtió en un jugador especial en el barrio de Núñez no sólo por sus números dentro de la cancha y su larga trayectoria (28 años en Primera), sino también por su comportamiento extradeportivo dentro y fuera de los terrenos de juego. Además de futbolista, era aficionado. Y como hincha se tomaba muy en serio este deporte. Dicen que cuando acudía a jugar a la Bombonera y tocaba saltar al césped, siempre lo hacía mientras se cogía la nariz con los dedos, en una clara alusión al apelativo de “bosteros” que los aficionados de River utilizan para calificar a sus vecinos de Boca Juniors. Desde entonces, existe la costumbre entre los hinchas de los Millonarios de acudir a la Bombonera con barbijos, el trozo de tela que los médicos utilizan para taparse la nariz y la boca en quirófano.
(Imagen de Ángel Labruna con el esférico en los pies)Su buen papel como entrenador sin ninguna formación añadida a la mamada en el césped cierra el círculo de un profesional especial. Como DT fue campeón nacional en 1971 con Rosario Central y con River Plate consiguió los Campeonatos Metropolitanos de 1975, 1977, 1979 y 1980 y los Campeonatos Nacionales de 1975 y 1979. El doble título del 75 se ha convertido en una de las página más bonitas de este club, ya que rompía de forma brillante con 18 años de sequía deportiva. Las fuentes indican que como míster tenía más instinto que formación: tenía un ángel especial para escoger jugadores y formar vestuarios campeones. Al final abandonó la entidad y fue sustituido como DT por otro ídolo en River, su amigo Di Stéfano.
Los otros tres integrantes del aquel conjunto también fueron piezas esenciales de La Máquina. ‘El Charro’ Moreno era un jugador muy inteligente en la cancha, especialmente creativo con el balón en los pies, con una planta imponente, tremendamente versátil, con un gran remate de cabeza y mucho peso dentro del vestuario. Moreno abandonó River en 1944 para jugar en México, aunque retornó a los Millonarios dos años más tarde para permanecer en sus filas hasta 1948. Ésta es la razón por la que muchos indican que fue la marcha de ‘El Charro’ la que provocó la verdadera disolución de aquel River.
Juan C. Muñoz fue el primer integrante de La Máquina. Era un ala de banda derecha muy habilidoso, que tenía el gambeteo como arma más dañina y disfrutaba colocando pases precisos. Félix ‘Chapulín’ Loustau abandonó inicialmente la posición de lateral para convertirse en ala izquierdo por indicaciones del entrenador Renato Cesarini. Éste fue el DT de River junto a Carlos Peucelle, el preparador que tuvo la idea de retrasar a Pedernera unos metros hacia atrás desde la posición de delantero centro, lo que se considera a día de hoy el movimiento táctico que dio origen a La Máquina. Fue desde el extremo donde Loustau pudo desarrollar su juego eléctr